Cuando era pequeño, mi madre me prometió que me iba a dejar ayudarle a hacer rosquillas porque mis hermanas ya habian aprendido y solo faltaba el hijo menor. Así que nos pusimos manos a la masa -nunca mejor dicho- Teniamos huevos de nuestras gallinas, harina de trigo, azucar, aceite, corteza rallada de limón, levadura y un poco de licor.
Una vez que la masa había aumentado, yo tomaba un pellizco de esa masa, podia ser como una bolita que cabe perfectamente en el puñoy con las dos manos se frota como si fuera plastilina, se va alargando y cuando ya está estirada mas o menos igual se une por los extremos dejando que sobresalgan unos 2 cm.
Si en vez de forma de rosquilla queremos, por ejemplo, un ocho o cualquier otro número o forma de letras o lo que se nos ocurra, nada mejor que dejárselo a los ninos, que disfrutan un montón creando las más diversas formas. Ellos están acostumbrados a manipular con plastilina y no paran de inventar. Así que hay que contar con ellos.
Por si fuera poco los niños que tienen la suerte de contar con abueletes que les enseñan, esta experiencia la recordarán siempre. La contarán a sus maestros con lo que se hacen mas simpáticos yabiertos.
A mí me parece que es la mejor herencia que se les puede dejar a los niños. Lo digo desde mi experiencia como docente. Se puede hacer de forma didáctica, con máxima participación para que se recuerde mejor y valorando la creatividad.
Posiblemente somos muchos los que sabemos hacer rosquillas. Pero las caritas rosaditas de los niños, por el calor, el entusiamo, la ilusión, la autoestima, el sentirse útiles... Y no digamos nada como se sienten las abuelas si tienen algún nieto alrededor ayudándole a hacer rosquillas. Son las rosquillas mas entrañables y con sabor que se pueden hacer y comer SIN COMPLEJOS.


¡Qué gran verdad! Y qué mágica y educativa la relación cocina-niños. Me recuerda a una experiencia que viví no hace mucho en mis prácticas de Magisterio Infantil.
ResponderEliminarElegí para el practicum el centro público Navarrete "El Mudo" de Logroño. Un gueto para muchos, un desafío maravilloso para mí. Y fue maravilloso.
A lo que iba. En Infantil, la plastilina es un recurso imprescindible, por aquello de que los niños desarrollan la motricidad fina y porque... la plastilina, su tacto, les resulta divertido, les gusta.
Además de las asignaturas formales, regladas, hubo una serie de talleres, uno de ellos de cocina. Pues bien, al principio los niños llevaban plastilina para imitar a las maestras que les explicaban cómo hacer rosquillas y bolitas de coco. Luego ellos pasaron a la acción, a moldear y cocinar las rosquillas y las bolitas de coco de verdad.
Aprendieron y disfrutaron mucho. Yo también. ¡Qué recuerdos! ¡Los niños y la cocina!